El lunes, a las cinco de la mañana, una jauría de cinco perros medianos y grandes atrapó a un gato en la calle y lo destrozó. El hecho ocurrió en el frente mismo de mi casa. Al oír los gritos del felino y el bochinche de sus atacantes, me arrimé al ventiluz y vi la estremecedora escena que me llenó de bronca y de impotencia. Le arrancaron la vida al animalito pequeño y su cuerpo quedó en el pavimento al descubierto. ¿Cuándo aprenderá la gente que los perros son animales domésticos que no deben salir a ninguna hora a la calle? Si acaso los tienen como vigilantes, ¿no corresponde que toda la noche la pasen dentro de sus casas y no descontrolados y a la deriva? Yo, como mucha gente, creo que los animales y las plantas poseen alma, un alma que siente tanto el cariño como el dolor. Los maullidos del animalito pequeño eran desesperantes, tanto como la saña de sus atacantes. Considerando la adrenalina que exhiben los felinos en situación de peligro, me imagino lo que habrá sufrido el pobre animalito, al verse presa de la ferocidad de sus captores, mucho más fuertes que él. Pasan los años, pasa la vida, y seguimos sin aprender nada del mundo que habitamos y que nos rodea. Y queremos que el mismo no se pierda. Si no cuidamos de nuestros animalitos domésticos, por lo menos, ¿qué esperanza podemos tener de mejorar y salvar el maltratado planeta que habitamos?
Daniel E. Chavez
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